¡Buenas tardes! Para la nueva entrada semanal he escogido un
tema bastante discutido en las redes sociales en los últimos días. Si nos
centramos en los atentados ocurridos recientemente, ¿vosotros consideráis que
hay muertos de primera y segunda categoría dependiendo de donde se produzca el
ataque? ¿Por qué razón hemos escuchado, leído y comentado tanto la desgracia de
París y de Bruselas y no la de Pakistán, por ejemplo?
Justo nueve días antes del atentado de Bruselas, el 13 de
marzo, murieron 19 personas en Costa de Marfil por razones similares, un
atentado llevado a cabo por Al Qaeda. El mismo día murieron 37 personas por la
explosión de un coche bomba en una plaza de Ankara. El pasado domingo 27 un
atentado en Pakistán causó 73 muertes. En el atentado ocurrido en Beirut un día
que el de París murieron 43 personas. Y ahora pensad en cuánto habéis escuchado
hablar de estos ataques, porque seguro que ni la mitad de lo que habéis
escuchado sobre Bruselas o París.
Está claro que una de las principales razones por las que
esto pasa es por cuestiones de cercanía, ya que seguro que muchísimos más
europeos tienen familia en París o quieren viajar allí antes que a Pakistán,
pero incluso los latinoamericanos han mostrado por las redes sociales su dolor
y apoyo a París o Bruselas y no a otros sitios, habiendo tantos conflictos en
sus propios países. Por supuesto que debemos mostrar nuestro apoyo y dar
fuerzas, pero no solo a los países “ricos”.
“Al final, la gente expresa su sentir a través del mundo que
el periodismo le muestra”, dice el periodista Èric Lluent, y tiene toda la
razón. Según un informe realizado el año pasado por el Instituto de Economía y
Paz el 78% de las personas fallecidas por terrorismo en 2014 y el 57% de los ataques
ocurrieron en cinco países: Afganistán, Nigeria, Irak, Pakistán y Siria. Desde
el año 2000 y excluyendo el 11-S, solo el 0’5% de las muertes por terrorismo se
han producido en Occidente. Estos datos no quieren decir que haya que descuidar
a Occidente ni mucho menos, sino mostrar la gran desigualdad que hay.
El periodismo debe mostrarnos cada día la realidad mundial,
enseñarnos a empatizar no solo con algunos países, sino con todos. Debe publicar
todas estas muertes, debe mantenernos informados para mandar nuestro apoyo a
cada víctima. Tenemos bien inculcada la idea de solidaridad pero todavía
debemos construir la idea de comunidad transreligiosa. “La propia ignorancia de
los medios hace que se construyan narrativas que explican por qué tienen más
peso unas informaciones que otras”, dice el periodista Sapag.
Si los propios periodistas no informan, nosotros no podemos
adivinar qué pasa en otra parte del mundo. Por otra parte, debemos mejorar el
aspecto de preocuparnos mucho más por un país cercano solo por esa razón. Todos
somos personas, y una vida vale lo mismo en cualquier parte del mundo.
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