¡Bienvenidos a mi nueva entrada semanal! He decidido hablar
sobre una noticia que leí ayer y que me sorprendió bastante, y es que una
auxiliar de camarera de un albergue de Tenerife ha sido despedida por coger dos
lonchas de queso y cuatro panes para sus hijas. Si el objetivo de los
responsables de este albergue es que todo el mundo tenga un lugar donde vivir y
algo que llevarse a la boca cada día, considero que no están cumpliendo sus
propósitos.
Se llama Yurena, tiene 34 años y tras haber trabajado 6 en
este albergue, el pasado 30 de marzo recibió una carta de despido. Las causas
que se presentaban eran una pérdida absoluta de la confianza, fraude y
deslealtad, suponiendo sus actos una falta muy grave. Explican que los hechos
fueron presenciados por una compañera suya, que luego se lo comunicó al superior
de ambas.
Yurena explica que dos días después de haberse llevado la
comida se lo contó a su encargado, quien dijo que eso se quedaría entre ellos y
que si volvía a necesitar comida para alimentar a sus hijas se lo comunicase,
pero solo dos semanas después la echaron, y ella sigue sin entender nada.
Pero, ¿es muy diferente la situación de esta chica que la de
las personas que van al albergue? Pues no. Está separada y fue víctima de
violencia de género, tan solo cobra 400 euros al mes y hace unas semanas se vio
obligada a ocupar una vivienda tras la decisión de Ayuntamiento de desmontar el
asentamiento de chabolas en el que vivía con sus hijas. Ya lleva 7 años
esperando que se le conceda una vivienda pública.
El Ayuntamiento la ha citado para este viernes con la
finalidad de darle todas las ayudas sociales que le correspondan, y el alcalde
ha solicitado la readmisión de la empleada aunque ella haya aclarado que no
quiere volver a un sitio donde le han llamado ladrona y ha decidido demandar a
la empresa por despido improcedente y por falso testimonio.
Como he dicho antes, no me parece normal que un sitio
dedicado a la ayuda no pueda ayudar a una de sus empleadas. La mujer no se
dedicaba a robar alimentos del albergue, simplemente lo hizo un día y porque le
hacía falta, ya que sino sus hijas no comerían ese día. Considero que simplemente deberían haberle
dado un aviso para que no volviese a hacerlo y por supuesto prestarle ayuda y
ofrecerle alimentos cuando los necesitase. Conociendo su situación, lo adecuado
habría sido actuar con empatía y razonar, entendiendo que esa comida está ahí
para personas que lo necesitan de verdad y que Yurena era una de esas personas.
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