¡Buenas tardes! Tras unas cortas vacaciones de Semana Santa
vuelvo a escribir en el blog y por supuesto continúo cumpliendo un rol semanal.
De nuevo soy la crítica en mi grupo de trabajo y he decido dar mi opinión sobre
una injusta noticia que he conocido esta mañana: el pasado jueves fue asesinado
en Escocia un quiosquero de procedencia pakistaní, Asad Shah, por desear una
feliz Semana Santa a los cristianos en Facebook.
Él era miembro de una secta musulmana llamada Ahmadi, cuyo
lema pide “amor para todos y odio para nadie”. Este movimiento es perseguido
por el extremismo suní, ya que consideran que su fundador fue un profeta
posterior a Mahoma. Debido en gran medida a estos datos, se cree que fue un
chico suní de 32 años el que mató a Shah.
Shah es recordado por todos como una persona muy amable a la
que nunca le faltaba la sonrisa en el rostro. Uno de sus hermanos ha dicho que
le encantaba estar la tienda y trabajar y que algunos clientes simplemente iban
allí a verle y charlar con él. También habla de él como un hombre paciente y al
que no le importaba la religión de los demás, por eso le gustaba mandar
postales de felicitación a sus amigos cristianos en Navidad o Semana Santa, ya
que sabía que eran fiestas especiales para ellos.
El jueves por la tarde escribió en Facebook: “Una buena
Pascua y una feliz Semana Santa, especialmente para mi querida nación
cristiana. Sigamos los pasos del amado y sagrado Jesucristo para lograr el
éxito en los dos mundos”. Fue su último mensaje publicado, ya que esa misma
noche recibió treinta puñaladas y su cabeza fue golpeada innumerables veces
contra el suelo.
El caso de Asad Shah es uno de muchos. Los asesinatos por
las diferencias en las creencias religiosas no paran, sino que están a la orden
del día. Yo sigo sin comprender como una persona puede acabar con la vida de
otra por el hecho de seguir una religión diferente. ¿Matarías a alguien por no
tener el mismo color favorito que tú o no escuchar la misma música? Pues yo
considero que asesinar a una persona por no compartir tus creencias es igual de
irracional. No debemos tener miedo de gritar en qué creemos y por qué, ni
debemos prohibir que alguien lo haga. Se nos ha educado de una manera
diferente, siguiendo diferentes valores y creencias, y esas características no
pueden significar la intolerancia al resto. Somos iguales, merecemos ser
respetados y no debemos tratar a una persona de forma diferente por no pensar
como nosotros.
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