¡Buenas tardes! En la nueva entrada semanal quería comentar
una noticia que he leído esta mañana en varios diarios: una chica palestina ha
sido la elegida como mejor profesora del mundo.
Pero, ¿qué ha hecho esta chica diferente al resto de
profesores de la Tierra? Pues el desarrollar un método de enseñanza contrario a la violencia
es lo que le ha llevado a alcanzar tal puesto. Viviendo en un contexto en el
que la violencia forma parte de su día a día y en el que las clases pueden llegar
a ser un lugar de tensión, lograr que los niños quieran ir al colegio y jugar
no es poco.
Esta chica decidió ser maestra tras un tiroteo que provocó
un gran impacto en sus hijos en un campo de refugiados, es decir, ha vivido
cada día con la violencia como única forma de ver el mundo. Ella trabaja en
Cisjordania y está centrada en “desarrollar relaciones de confianza y de
respeto, honestas y cariñosas con sus estudiantes”. El propio Papa Francisco
entregó el premio, considerado “Nobel” de la enseñanza a Hanan Al Hroub el
domingo en Dubai. Ha estado organizado por la Fundación Varkey y no solo es una
dotación económica de un millón de dólares, sino un mensaje de diálogo y paz. Al
recibirlo, Al Hroub dijo estas palabras: “Los profesores trabajamos duro para
liberar las mentes de nuestros niños de la violencia y transformarla en
diálogo”. Su apuesta por los juegos como método de trabajo ha sido apoyado por las
palabras del Papa: “un niño tiene derecho a jugar y parte de la educación es
enseñar a jugar a los chicos, porque uno aprende a ser social en el juego, uno
aprende la alegría de la vida”.
Yo considero que este premio ha sido entregado con justicia,
ya que conseguir un cambio de la violencia al juego y la paz no es fácil. Todos
los profesores deberían seguir este modelo, un modelo basado en la educación y
la buena socialización. En países como estos en los que puedes ver actos de
violencia en cada esquina, es muy necesario mostrarle al niño otra vez de
vivir. Una vida en la que jueguen con sus compañeros de clase, en la que
cooperen, compartan y aprendan a las ventajas de la paz frente a la violencia,
que nunca trae nada bueno. Comparto también por supuesto la opinión del Papa, ya que no hay mejor manera de aprender que mediante las relaciones con los demás. Si un niño crece en un contexto de violencia, lo más probable es que él adopte esa forma de comportarse. Se necesitan no solo maestros, sino padres, amigos, hermanos, tíos, abuelos o cualquier persona cercana que nos enseñe cuál es el camino correcto. Y este no se encuentra en las armas, en la desigualdad o en el maltrato, sino en la paz, en el juego, en la unión y en la educación.
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